
En cierta oportunidad mi hermano, al cuestionarse que pasaría después de la muerte, y si nos volveríamos a encontrar o no después de ella, sonrientemente le afirmé que sí, que la muerte solamente es un trance, es simplemente como que cruzar de acera, tan simple como cruzar por medio de un río poco profundo y cristalino, a la otra orilla. Claro que ese no es el caso de todas las almas que desencarnan, pero estamos hablando en todo caso de aquellas almas que ya en esta vida se han esforzado por ser mejor, por aprender, tratando de llegar así a la SABIDURIA, de llegar a DIOS. Saliendo de un amor egoísta para vivir en un gran amor inegoista, pero al fín y al cabo, sólo un trance que de largo también podemos saber si en algún momento de nuestras vidas nos encontramos por algún accidente o enfermedad al borde del colapso que produciría nuestra desencarnación.
Estamos hablando de actos físicos y espirituales, pues en este relato en ningún momento me estoy refiriendo a lo comúnmente llamados viajes astrales.
En el año 1999 fui operado de urgencia del corazón. Había sufrido un grave infarto de miocardio y la operación era la única solución para tratar de que siguiera con vida.
Estoy escribiendo estas lìneas pues sí, basado también en que conozco también lo que son los viajes astrales, y entonces puedo diferenciar este relato que voy a contar como un conocimiento previo de la muerte, pero no la muerte en sí.
En la operación hubo complicaciones. Fui consciente cuando me llevaron a la sala de preoperaciones, donde me suministraron los primeros calmantes para luego darme la anestesia total. Ahí vino el médico, tomó mi brazo y pese a que balbuceó “todo saldrá bien”, yo sentí que su pensamiento era contrario a sus palabras, y él en realidad lo que manifestaba era una irónica sonrisa, pensando “tu vida está en mis manos”, el se creía un dios. Al mismo momento le pedí a mi Padre que mi vida solamente estuviera en sus manos, y que El decidiera lo que fuera mejor para mí. Estaba en contra de hacerme esa operación, sólo por la súplica de mis hijos me atrevía a ella. Me dieron la anestesia y me preguntaron mi nombre y apellido, y me dijeron que era antes de terminar de decir mi apellido, que iba a estar profundamente dormido, que me quedara tranquilo. Evidentemente dormí por un rato, pero luego me desperté sentado en el piso, en un rincón de la sala de operaciones. Ví que mi cuerpo yacía sobre una especie de camilla de acero inoxidable. Mi brazo izquierdo, de donde sacaban una de las arterias, extendido también sobre una placa y abierto desde la muñeca hasta el codo. Mi pecho estaba abierto por dos grandes aparatos que abrían por mi esternón el tórax, así como se suele abrir a los pollos para vaciar sus entrañas y luego ponerlo al fuego.
Había un equipo grande de gente, los escuchaba perfectamente, las enfermeras atentas a los pedidos de los médicos, unos trabajaban en mi brazo, otros trabajaban sobre mi pierna derecha sacando la otra arteria del triple baipass que pensaban realizar en las arterias coronarias de mi corazón. Despegaron mi corazón de los músculos como quien desgarra el corazón de un animal para desecharlo, me sentí horrorizado, permanecia sentado en el rincón de la sala de operaciones, y me parecía mentira que ese cuerpo inerte, del cual solamente el cerebro por medio de una bomba estaba funcionando fuera el mío.
Leí el pensamiento de todos los que me rodeaban, más que escuchar sus palabras, algunos prestaban la atención y otros divagaban, como haciendo mecánicamente su trabajo. El cardiólogo cirujano, que en forma aparte operaba mi corazón realizando los baipass pensaba orgullosamente que él era como dios y que mi vida estaba en sus manos. Viendo semejante espectáculo fui al dormitorio que me habían otorgado en el hospital, ahí no había nadie, veía un montón de gente por los pasillos que miraban en forma suplicante, y es que luego de todo esto comprendí que esos seres mezclados con los seres vivos, eran seres desencarnados, pero que como yo no había desencarnado del todo, difícil era y no sentía el deseo de relacionarme con ellos. Volví nuevamente a mi habitación, donde se encontraba mi cama ortopédica y la cama del acompañante. Pensé por un momento acostarme en la cama, pero seguí enganchado con aquel otro yo que estaba en la sala de operaciones.
De pronto veo el primer ser familiar, el padre de mi gran amigo, Franco, me extrañó, pues sabía que en esos momentos Franco se encontraba muy lejos de dicho sanatorio, en las afueras de la provincia de Buenos Aires. Cuando lo miré, Franco me dijo: estoy muerto porque yo lo quise, pero eso no me causó ninguna extrañeza, yo me sentía igual que él, y en un estado de serenidad. De golpe junto a nosotros, es como si se abriera un orificio, marcado por cientos de miles de moléculas en movimiento, algo que nos atraía, que nos llamaba, entonces sentí que debía acompañarlo a Franco como la cosa más natural, mas cotidiana. Nos movimos por el túnel y apareció una luz, una luz brillante que no encandilaba, y en ella tres Seres que me llenaban de amor y de paz. Emprendimos la marcha, dos Seres delante, otro Ser detrás frente a mi y detrás de mí Franco que me seguía firmemente. Llegamos a cierto lugar en que ya se podian distinguir las alturas, y como a unos diez metros de mi distinguí una especie de mesa formada por tres piezas, una horizontal y dos piezas verticales, y detrás de esta mesa tres Seres también luminosos. Franco siguió junto a los dos seres de Luz que se encontraban delante de todo, y en ese momento el tercer Ser que iba delante de mí, simplemente con su pensamiento y yo como en un acto sin pensar, me detuve y supe que no podía seguir mas. Esperé a que Franco, acompañado por los otros dos seres de luz llegara hasta esa especie de mesa, de altar, que parecía de piedra, de una piedra blanca y reluciente. Los dos Seres que acompañaban a Franco se quedaron como a dos metros de él sobre sus espaldas, Franco se acercó, miró de frente al Ser que detrás de dicho altar se encontraba en el medio, se presentía de antemano que estos tres Seres tenían una respuesta. Mentalmente pedí por Franco, porque sentí como algo raro en el ambiente, como que se pudiera cambiar la decisión a último momento, mentalmente pasó por mi toda la vida que yo conocía de este ser tan querido, claro, desconocía el resto. De todas formas sentí en mi mente que me decían “él tendrá una nueva oportunidad”. Salto aquí al final de los acontecimientos para contarles que Franco que en ese mismo momento y a esa misma hora estaba desencarnando por haberse suicidado, pero lo del suicidio y lo de la muerte de Franco se me ocultó hasta un més después de mi restablecimiento de la operación. Quedando en paz con el asunto de Franco me empeciné en cruzar esa barrera invisible que sabía me iba a separar de mi cuerpo en forma definitiva, un cuerpo totalmente abierto, desgarrado, dolorido y desahuciado por mí. No quería regresar, y estos Seres de Luz me incitaban a que regresara de la forma más amorosa que es imposible relatar con palabras. Yo estaba en un extremo en lo alto, en las cercanías del Amor puro, en las cercanías de Dios. Abajo en el otro extremo sólo veía un cuerpo abierto, sufriente, desangrado, con sus órganos paralizados, un cuerpo que a pesar de saber que era mío no me sentía parte de él. O sea, que la invitación que me hacían para regresar no me causaba demasiada gracia. De golpe, estos Seres me dijeron, aquí estan tus padres, refiriendose a mis padres carnales en este mundo, ambos ya fallecidos en esos años, pero en ese momento yo carecía de total conciencia de que mis padres estuvieran muertos. Aparecieron mis padres, uno era un remolino espiralado como de partículas en un extremado movimiento de color azul profundo, el otro un remolino espiralado de partículas también movimiento de color rojo fuerte, pero en ese momento esas imágenes me parecían las más lógicas, es mas, no podía ni admitir que esas imágenes torbellinos de moléculas y de energías no fueran los padres que me dieron el cuerpo en esta vida. En ambos remolinos alargados y de estatura normal no se distinguía ni rostro, ni brazos ni piernas, y pese a eso yo no dudaba que eran mis padres, ni dudaba que los pudiera ver de otra manera, como cuando los veía físicamente con rostros y cuerpo acá en este mundo. Entonces decidí bajar y bajé en compañía de Ellos. Si la subida había sido en diagonal hacia arriba, la bajada fue en forma vertical. Yo fui el primero en poner los piés sobre los fríos mosaicos de la habitación, tal vez hasta ese momento yo también era un torbellino de moléculas o de partículas girando al unísono y a la misma velocidad, unas en un sentido y otras en el contrario. Cuando toqué tierra advertí que mis padres no lo hacían, y al mismo segundo recordé que hacía años mis padres ya habían muerto. Mi cuerpo operado yacía doliente sobre la cama, tenía que meterme dentro de él pero no lo hacía. En la habitación se encontraba mi amigo Raúl, el hijo de Franco, y llorando le decía: mis padres están muertos, él atónito escuchaba dichas palabras sin saber porqué, sin pensar en una explicación, pero dichas palabras eran balbuceadas por mi cuerpo físico. Ya no me quedaba tiempo, como de un empujón y por la zona del pecho, de golpe me encontré sufriendo todos los dolores de la terrible operación. Aparecieron nuevamente los dos Seres y me dijeron que quien sufría era mi cuerpo y no yo en realidad, que era como una especie de algo vritual . Entonces creyendo salir nuevamente de mi cuerpo, que se encontraba enchufado a todo tipo de sueros y de drenajes, saltando la barandilla de la cama, me senté en el piso. Por supuesto que con el movimiento se soltaron todos los drenajes, sueros y transfusiones. Seguía sintiendo el fuerte dolor y ahí comprendí que mi alma y mi cuerpo ya eran nuevamente una sola cosa.
En el camino de regreso junto a los que yo creía mis padres, y así lo sentí en ese momento, se me fueron explicando muchas cosas sobre la existencia, sobre la creación, sobre el hombre y sobre su evolución. Volviendo a lo anterior, y al estar solamente en mi cuerpo, yo solamente quería salir de él, no quería estar nuevamente preso en él, y menos con los sufrimientos que este cuerpo me daba, aunque fueran sufrimientos virtuales como estos dos Seres de Luz o Maestros me habían dicho.
Luego relataré toda la instrucción que se me fue dada en el camino de regreso hasta que me vestí nuevamente con este cuerpo que porto ahora.